Localidad perfecta para desayunar antes de una ruta muy patrimonial
Esta ruta parte de la localidad costera de Gran Tarajal, uno de los principales puntos residenciales del municipio de Tuineje. Su céntrica playa de un kilómetro y arena negra, su paseo costero, sus dos puertos, sus múltiples bares y restaurantes, sobre todo en la avenida Paco Hierro, sus numerosos comercios y el sol mañanero la convierten en perfecta para desayunar junto al mar, océano que, a diferencia de otras excursiones propuestas en esta isla, no se volverá a disfrutar con esta ruta. Por si se quiere agotar más tiempo, un pequeño enlace a la derecha a la salida del pueblo permite acceder, en apenas cinco minutos, a la pequeña población de Las Playitas, con su irresistible aire pesquero, su campo de golf cercano y sus bares ideales también para avituallarse antes de comprobar que Fuerteventura no solo es sol, arena y playas infinitas, sino que su interior encierra tesoros dignos de piratas, y no es un juego de palabras, sino pura historia por lo amenazada que siempre estivo la isla por ser tan accesible por mar, dada su planicie tan extendida.
Coqueto casco de casas blancas con mucha historia de ataques piratas
En la isla más plana de Canarias, lo lógico es que abunden las rectas y eso es lo que ofrece casi continuamente Fuerteventura. Por ello, resulta difícil perderse por cualquier ruta que se organice en esta isla. Para seguir esta del centro, zona muy desértica, patrimonial y con apetitosos atractivos culinarios, basta con subir desde Gran Tarajal, llegar al cruce con la carretera general que baja a la península de Jandía o sube a la capital y, sin embargo, continuar recto por la tercera opción, la que lleva al interior, al casco de Tuineje, pasando antes por núcleos como Toto. Dicho casco está marcado por el blanco de sus casas, las palmeras y su célebre molino de viento en un terreno eminentemente seco y ocre, lo que incrementa el valor de los rincones con sombra y queda reflejado muy bien en una escultura del camello junto a la plaza
Tuineje es el centro administrativo que aglutina poblaciones como Gran Tarajal, Tarajalejo o Tesejerague. Como ocurre con el resto de la isla, su baza económica es la turística, pero el casco y otros núcleos del interior muestran también el peso que tiene la agricultura, sobre todo por el tomate y las forrajeras, y la ganadería. De hecho, y en línea con otras poblaciones del centro, la parada no solo viene bien para desayunar y conocer sus joyas patrimoniales, sino para degustar o adquirir los célebres quesos locales o probar ya la legendaria carne de cabra o cabrito, manjares elogiados desde la conquista por cómo los curaban en sus casas los aborígenes, los llamados majos. En cuanto al agro, se trata del municipio que introdujo los cultivos de regadío en la isla.
En el siglo XVIII, y tras la declaración de guerra entre España e Inglaterra (1739), Tuineje y el resto de poblaciones del centro, lugar donde se refugiaban los nativos por lo accesible de la costa insular, sufrió varios asedios ingleses. A esto siguió los ataques de piratas, que dejaron numerosas leyendas en la isla. Como ejemplo, en 1740, un corsario inglés saquea y destroza la iglesia de Tuineje (parroquia de San Miguel, creada a principios de ese siglo), y lo mismo ocurre unos meses después, pero acaban siendo repelidos. Desde entonces, los mitos y la historia se han mezclado, pero el orgullo insular también ante las apetencias externas
Otro oasis con una iglesia con un gran pórtico y buena gastronomía
Desde la zona céntrica de Tuineje, la carretera sigue en su incursión hacia el interior de la isla. Aunque toma algunas curvas con las que hay que tener cuidado, dado el hábito de la recta, sigue siendo mayoritariamente rectilínea hasta llegar a la siguiente parada recomendada: el casco de Pájara. En un terreno que mantiene su paleta de ocres, Pájara aparece casi como otro oasis en medio del sol y la sed. Si no se ha comido y se tiene hambre, resulta perfecta para disfrutar de la curada carne de cabra o cabrito, sin obviar, de nuevo, los prestigiosos quesos locales.
Entre sus monumentos, destaca la iglesia de Nuestra Señora de Regla, sobre todo por su pórtico. Gracias a esta parroquia, Pájara se desgaja del vecino pueblo de Betancuria en 1711. La avenida de las palmeras, la plaza de la iglesia, las esculturas urbanas en tributo a los molinos, la ganadería y la música, así como la vista de las suaves montañas anexas, los restaurantes y el resguardo del permanente sol son suficientes razones como para no prolongar la parada.
Antigua capital con un museo arqueológico de ineludible visita
La vía aumenta las curvas desde Pájara hacia el norte. La ruta atravesará ahora la parte más céntrica de la isla, resguardo en su día de infinidad de piratas. Se multiplican los valles y montañas, aunque se mantiene el ocre característico y las cimas no superan los 600 metros, con la excepción del pico de La Atalaya (762 metros), situado justamente en el municipio destino de la siguiente parada: Betancuria. Antes de llegar, la vía se ve casi huérfana de pueblos y pasa junto al barranco o vega del Rio de Palmas, verde que contrasta con el entorno. Betancuria es la antigua capital de la isla, lo que prueba la relevancia de antaño que tuvo el centro insular ante la amenaza de piratas y de otras potencias marinas europeas, sobre todo la inglesa.
Si los pueblos anteriores simulan oasis en medio de la desértica Fuerteventura, donde apenas llueve alguna vez al año, Betancuria parece casi un cuadro idílico de casas blancas, muchas de dos plantas y bastante historia, altas y frondosas palmeras, cañaverales y un barranco con zonas de verde frondoso que le llevan la contraria a las montañas, la arena y el resto del secano. Junto a Antigua, final de la ruta Betancuria es la principal joya patrimonial de Fuerteventura. La iglesia de Nuestra Señora de La Concepción, parroquia matriz de la isla, destaca en un pueblo que debe su nombre al normando Juan de Bethencourt, quien fundó esta localidad en 1404, al comienzo de la conquista de las Islas Canarias. En 1593 fue arrasada por una invasión berberisca, que destruyó también la catedral de Santa María de Betancuria, reconstruida luego.
Aunque la iglesia, su plaza, calles y rincones sombreados ya merecen una parada larga, el museo arqueológico, etnográfico e histórico de Betencuria requiere mucho más tiempo y atención. Sus documentos sobre el paso de conquistadores, piratas y hasta viajeros que elogian la rica carne local no tienen desperdicio. Además, la fuerza ligazón religiosa del pueblo queda probada por el gran número de ermitas que fue acogiendo en el casco y otras zonas, como la de Santa Catalina, San Salvador, Santas Justa y Rufina, San Diego, San Sebastián o Santa Inés, entre otras. Por supuesto, comer es también una gran elección, pues la carne y el queso, al igual que en otros lugares, son dignos de recomendación.
Antigua capital con un museo arqueológico de ineludible visita
La ruta termina en Antigua, pero, antes, la vía lleva a diversos núcleos que también merecen una mención e, incluso, una parada de cierto tiempo. Así, y tras un nuevo tramo de curvas que contrastan con el resto de la isla, se alcanza la ermita de San Diego. Muy cerca, el mirador de Morro Velosa ofrece inmejorables vistas del parque rural y del macizo de Betancuria, aunque, para llegar, hay que tomar un corte enlace a la derecha. La desertización y las suaves formas de la isla se aprecian desde aquí de forma inmejorable.
Tras atravesar o pasar junto a barrancos como el del Convento, del Valle, El Durazno y del Pocillo, entre otros, el vehículo se adentra en los Llanos de la Concepción, donde la carretera gira hacia la derecha y vuelve a dirigirse hacia la parte más central de la isla hasta alcanzar Antigua. Los molinos de viento, que parece que esperan la figura de El Quijote, llaman tanto la atención que se convierten en uno de los principales reclamos de la isla a la hora de usar la cámara de fotos. Algunos son centros artesanales, actividad muy arraigada en este pueblo.
El resto del casco ofrece monumentos como la iglesia de Nuestra Señora de Antigua, con su imponente cruz de piedra en medio de la plaza. Su planicie y sus áreas verdes, en las que sobresalen las palmeras, los cañaverales y cactus, merecen también pulsar el botón de la cámara, mientras que contemplar los terrenos cultivados en lugar tan árido sólo da pie a reconocer la labor de muchos campesinos temerarios del sol y la sequía. Por lo demás, y si antes no se quiso degustar buena carne o quesos, he aquí otra excelente oportunidad para saborear lo mejor de la cabra y el cabrito, entre otras especies.
- Kast aldri fra deg avfall av noe slag i naturen, inkludert sigarettsneiper. Matrester bidrar til spredning av gnagere og villkatter som utgjør en alvorlig trussel for dyrelivet.
- Bruk søppeldunkene, og sorter avfallet ditt så langt det er mulig før du kaster det i tilhørende beholder.
- Kast ikke gjenstander eller avfall av noe slag i sjøen.
- Respekter dyrene, ikke forstyrr dem og ikke mat dem. Hvis du oppdager et skadet dyr, gi beskjed på nødnummer 112. Heller ikke må du plukke blomster og planter.
- Samle ikke på steiner og ta ikke med deg noen andre ting fra naturen. Gjør heller ikke endringer i naturen ved å stable steiner for å lage de dessverre berømte «tårnene».
- I naturen og ved utkikkspunkt, gå ikke utenfor stier og plasser som er anvist for gjennomgang for personer.
- Vis respekt for stedets kulturelle arv, offentlige fasiliteter og tilgjengelige elementer for besøkende, som informasjonspaneler, teleskoper og kikkerter.
- Kjør trygt og ansvarlig.